20 de octubre de 2014

El tsunami de la tecnología acaba con la geografía

El avance exponencial de la tecnología, la hiperconectividad y la creciente participación de los 4.000 millones de ciudadanos de los países emergentes generarán un tsunami y cambiarán radicalmente el mundo en pocos años, convirtiéndolo en un lugar donde cualquiera puede competir y cooperar.
Esa es, al menos, la opinión del autor de "El mundo que viene" (Ed. Gestión 2000), Juan Martínez-Barea, ingeniero industrial, máster en dirección de empresas por el MIT y embajador para España de la Singularity University, la iniciativa educativa creada por Google, la NASA y tecnólogos de Silicon Valley.
Martínez-Barea considera que el mundo afronta un "gran tsunami" que se empieza a producir debido a la combinación de tres "megatendencias".
Y estas son la aceleración de la tecnología y su impacto en todos los ámbitos de la vida, la hiperconectividad -ya hay 2.900 millones de personas conectadas a la plataforma global que es internet y la cifra será de 7.000 en 2020-, así como el ascenso de los emergentes y, por extensión, del poder de 4.000 millones de ciudadanos.
Esa confluencia generará un "cambio radical" que se gestará a través de áreas como la biotecnología, la robótica, la inteligencia artificial y la nanorobótica, áreas de innovación que van a cambiar radicalmente el mundo.
Optimista convencido, Martínez-Barea escribió "El mundo que viene" como una llamada a la acción y una defensa de que la revolución tecnológica va a llenar el mundo de oportunidades que cualquier individuo, con independencia de su origen, puede aprovechar.
"Este mundo que viene, cada vez más, nos independiza de la geografía. Cada vez es menos importante dónde vive o dónde nació alguien, porque este mundo que viene, tan hiperconectado y con las armas de la tecnología, permite que una persona esté donde esté y viva donde viva pueda competir con los mejores del mundo", sostiene.
Eso sí, el experto matiza que en ese mundo de meritocracia la competencia no da cuartel y requiere esfuerzo y aprendizaje continuos.
Cree firmemente que "cada niño nace con una estrella interior" y que será más sencillo que nunca sacarla en este futuro que acecha, "pero para ello hay que tener esa actitud de estar continuamente mejorando y superándose".
Aunque Martínez-Barea reconoce que en Internet la sobreabundancia de información es un reto, confía en la capacidad del ser humano para bucear en ella.
Además, pronostica que la educación va a centrarse en enseñar a aprender más que en transmitir conocimiento y que los profesores pasarán a convertirse en guías, en "sherpas" que enseñen dónde está la buena información y dónde la mala.
En su libro se destaca el potencial de la tecnología, aunque este tecnólogo es consciente de que sus efectos negativos también resultan cada vez más potentes.
"A medida que la tecnología avanza, su poder se vuelve más fuerte y puede hacer que un loco haga daño al mundo. Hace falta una gobernanza mundial y una evolución de la ética para que el efecto negativo de la tecnología se minimice y se potencien los positivos", dice.
Martínez-Barea explica que tuvo la "suerte" de vivir durante 15 años entre dos mundos: a medio camino entre la innovación y la creación de empresas tecnológicas (MIT y Singularity University) y el mundo que se vive en España.
"En España, desde hace siete años, todos los mensajes que tenemos son negativos. Es una depresión que te paraliza". Hacen falta luces blancas, gente que ofrezca una visión más positiva de lo que viene para que la gente tenga otra actitud ante la vida y tenga esperanza, sobre todo los más jóvenes", agrega.
El ingeniero critica que España no sea "consciente" de que en el mundo están ocurriendo "cosas increíbles".
"Vivimos un poco como los caballos que van con los ojos tapados y sólo pueden ver lo que tienen debajo de sus pies", asevera.

16 de octubre de 2014

¿Nos invaden los robots?

Avanza la Robotica 
El fantasma de un mundo donde los humanos sean reemplazados por las máquinas pareciera estar materializándose. En los últimos años, la producción de robots creció exponencialmente, siendo hoy Japón, Estados Unidos, Alemania y China los principales impulsores de esta industria.

En Estados Unidos, en 2011, se patentaron más de 700 invenciones en robótica. Este número creció radicalmente un año después cuando alcanzó un promedio de 9 patentes por semana, el doble que hace 30 años. Este crecimiento en el número de patentes vino acompañado de un cambio en su contenido. En la actualidad, los avances en robótica incluyen la habilidad de los robots para reconocer e interactuar con sus alrededores –conocido como situational awareness–. Esto significa que los robots que se están produciendo hoy tienen la capacidad de entender la situación en la que se encuentran, y reaccionar ante ella.  Esto es lo más cerca que se ha estado alguna vez de una verdadera operación autónoma.

12 de octubre de 2014

El cable que llega a Las Toninas y le da Internet a la Argentina

Pareciese una escena de ficción, pero no lo es. Desde el mar de Las Toninas, una de las localidades del Partido de la Costa, salen tres cables de fibra óptica que le brindan Internet a prácticamente toda la Argentina.



Ese cable le pertenece a la compañía Level 3, una empresa que le vende el servicio de datos a los más grandes proveedores de Internet de la Argentina. Uno de los otros le pertenece a Telefónica y el restante a un consorcio de compañías.

El cable que la da red al país entra por debajo de la arena a poco más de un metro y medio aunque en alta mar puede llegar a estar a más de 4.000 metros, recorre dos kilómetros por debajo de las calles de Las Toninas recubierto de una protección de hormigón y entra a la inmensa oficina de Level 3, que tiene medidas de seguridad de última generación para que ningún imprevisto pueda suceder.



Desde aire acondicionados de repuesto para que los equipos estén perfectamente refrigerados, pasando por dos generadores que pueden mantener la planta durante un mes funcionando -incluso aunque el servicio de luz tenga inconvenientes-, hasta un salón con tanques que liberan un gas que apaga cualquier tipo de incendio que tenga lugar en los diferentes salones repletos de computadoras, servidores y complejos aparatos que distribuyen la información.


El cable es de fibra óptica, tiene 7cm de diámetro y, aunque parezca poco, tiene sólo cuatro pares (un cable envía datos y otro recibe) de hilos finos como un pelo que transmiten luz. Esa luz se trata de la información que viene de diferentes partes del mundo. Cada par de hilos transportan 1.6TB por segundo.



Las oficinas donde llega el cable parece una base sacada de una película estadounidense de militares donde entrar es mas complicado que ingresar a la CIA. Si bien pareciese que se necesita un ejercito de ingenieros para controlar semejantes tecnologías, los encargados son solo tres. En el lugar, además de esos tres ingenieros, trabajan dos personas de seguridad y uno de mantenimiento.

Los ingenieros son los encargados de trabajar en la constante revisión del cable, que trabaja con un sistema de anillos por si se llegase a cortar tanto por culpa de la pesca de arrastre como por anclas de embarcaciones. Si sucede eso, la información gira hacia el otro lado y toma otro camino.

El cable fue tirado en el 2000 desde un barco    en el que ingenieros trabajaron con robots

Desde ese momento nunca se corto, pero si llegase a suceder, como pasa habitualmente en otros lugares del mundo como el Mediterráneo en el que el tránsito marítimo es mucho mayor, el proceso para repararlo está preparado. 

Los ingenieros estudian donde se encuentra el problema, envían a un barco con expertos y levantan las dos puntas del cable con ganchos o robots. A la primera le ponen una boya para poder encontrarlo, van hacia la otra punta, la levantan y lo arreglan. Si bien suena fácil, este proceso puede tomarles alrededor de 20 días.

El cable de fibra óptica, que va desde Las Toninas a Santos, en San Pablo, forma parte del SAC (South American Crossing), que es una red de cables que le dan la vuelta a toda América Latina. En total, esa red tiene 20.000km.

Por momentos, dentro del edificio, parece que se transportaron al año 2000, cuando fue tirado el cable. En él hay viejas y lentas computadoras a través de las cuales se puede controlar toda la información. Es que no hace falta más ya que con esas laptops y computadoras con monitores a tubo que están conectadas a Internet a través de una red súper segura para evitar problemas de seguridad e intrusión de hackers, se puede obtener absolutamente toda la información necesaria sobre la fibra óptica que viaja a un promedio de 4.000 metros de profundidad bajo el mar.

Los sistemas permiten saber dónde se corto,        si funciona mal y si hay un lapso que 

                    necesita reparación


Esta instalación es tendida después de un importante estudio del terreno. Hay que elegir la ruta menos complicada, sin montañas ni sobresaltos. Para el tendido el barco utiliza un sistema que, antes de posicionar el cable, hace un hueco en la arena que lo entierra.
Y aunque en el imaginario popular se piensa que las señales de Internet vienen a través de grandes satélites, no es así, sino que llega a través de cables de lo más pequeños que son controlados por un grupo de ingenieros en Las Toninas.

Fuente: minutouno.com